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Devocionales Diarios

Charles H. Spurgeon

7 de Noviembre
“El que se humilla será enaltecido.” Lucas 18: 14.
No debería ser difícil que nos humilláramos pues, ¿qué tenemos de lo que debamos estar
orgullosos? Deberíamos ocupar el lugar más bajo sin necesidad de que se nos diga que lo
hagamos. Si fuéramos sensatos y honestos seríamos muy poca cosa en nuestra propia
opinión. Especialmente delante del Señor, en oración, deberíamos reducirnos a nada. Allí
no podemos hablar de mérito, pues no tenemos ninguno: nuestra sola y única apelación ha
de ser a la misericordia: “Dios, sé propicio a mí, pecador.”
Aquí tenemos una palabra de ánimo procedente del trono. Seremos enaltecidos por el Señor
si nos humillamos. Para nosotros la forma de subir es ir cuesta abajo. Cuando somos
despojados del yo, entonces somos vestidos de humildad, y esta es la mejor ropa. El Señor nos enaltecerá con paz y felicidad de mente; Él nos enaltecerá al conocimiento de Su
Palabra y a la comunión con Él; Él nos enaltecerá en el gozo del perdón garantizado y la
justificación. El Señor otorga Sus honores a quienes pueden llevarlos para honra del Dador.
Él da utilidad, aceptación e influencia a aquellos que no son inflados por estas cosas, sino
que más bien son humillados por un sentido de mayor responsabilidad. Ni Dios ni el
hombre se interesarán por ensalzar a un hombre que se ensalce a sí mismo; pero tanto Dios
como los hombres buenos se unen en honrar una condición modesta.
Oh, Señor, húndeme en el yo, para que pueda ser levantado en Ti.
La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román