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Devocionales Diarios

Charles H. Spurgeon

10 de Noviembre
“No dará tu pie al resbaladero.” Salmo 121: 3.
Si el Señor no va a permitirlo, ni los hombres ni los demonios podrían hacerlo. ¡Cuán
grandemente se regocijarían si pudieran provocarnos una ignominiosa caída, echarnos de
nuestra posición y desterrarnos de la memoria! Harían esto para el disfrute de sus corazones
si no fuera por un obstáculo, y solamente un obstáculo: el Señor no lo permitirá; y si Él no
lo tolerará, nosotros no lo sufriremos.
El camino de la vida es como un viaje por entre los Alpes. A lo largo de los senderos de las
montañas uno está constantemente expuesto a que sus pies resbalen. Allí donde el camino
es elevado la mente está inclinada a padecer vahídos, y entonces el pie pronto resbala: hay
partes que son lisas como el cristal, y otras que son escarpadas con piedras sueltas, y en
cualquiera de ellas una caída es difícil de evitar. Aquel que a lo largo de su vida recibe la
capacidad para mantenerse íntegro y para caminar sin tropezar tiene el mejor de los motivos
para estar agradecido. Con escollos y trampas, rodillas débiles, pies cansados y enemigos
sutiles, ningún hijo de Dios podría mantenerse firme durante una hora si no fuera por el
amor fiel que no dará su pie al resbaladero.
“En medio de mil trampas estoy
Sostenido y protegido por Tu mano;
Esa mano invisible todavía me sostendrá,
Y me conducirá a Tu santo monte.”
La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román