Charles H. Spurgeon

5 de Octubre
“El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío de Jehová, comolas lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan a varón, ni aguardan a hijos de
hombres.” Miqueas 5: 7.
Si esto es cierto del Israel literal, con mucha más razón es cierto del Israel espiritual, del
pueblo creyente de Dios. Cuando los santos son lo que debieran ser, son una bendición
incalculable para aquellos entre quienes se encuentran esparcidos
Son como el rocío, pues de una manera tranquila y discreta refrescan a los que están a su
alrededor. Silenciosa pero eficazmente ministran a la vida, al crecimiento, y al gozo de
aquellos que habitan con ellos. Caídos frescos del cielo, relucientes como diamantes al sol,
agraciados hombres y mujeres atienden a los débiles y a los insignificantes hasta que cada
hoja de hierba tiene su propia porción de rocío. Pequeños como individuos, son, cuando
están unidos, suficientes por completo para los propósitos de amor que el Señor cumple a
través de ellos. Las gotas de rocío logran refrescar extensos acres. ¡Señor, haznos como el
rocío!
Las personas piadosas son como lluvias que llegan ordenadas por Dios sin licencia ni
autorización de los hombres. Trabajan para Dios ya sea que los hombres lo deseen o no; no
solicitan el permiso humano como tampoco lo hace la lluvia. Señor, haz que estemos
valerosamente dispuestos, y libres en Tu servicio dondequiera que nuestra porción hubiere
sido asignada.
La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román.
