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Devocionales Diarios

Charles H. Spurgeon


9 de Octubre
“Y el sacerdote pondrá de esa sangre sobre los cuernos del altar del incienso aromático,
que está en el tabernáculo de reunión delante de Jehová.” Levítico 4: 7.
El altar del incienso es el lugar donde los santos presentan sus oraciones y alabanzas; y es
muy agradable pensar que ha sido rociado con la sangre del grandioso sacrificio. Esto es lo
que hace aceptable delante de Jehová toda nuestra adoración: Él ve la sangre de Su propio
Hijo, y por eso acepta nuestro homenaje.
Es bueno que fijemos nuestros ojos en la sangre del único sacrificio por el pecado. El
pecado se mezcla incluso con nuestras cosas santas, y nuestro mejor arrepentimiento, y fe,
y oración y acción de gracias no podrían ser recibidos por Dios si no fuera por el mérito del
sacrificio expiatorio. Muchos miran con desprecio “la sangre”; pero para nosotros es el
fundamento del consuelo y de la esperanza. Eso que está sobre los cuernos del altar tiene el
propósito de estar de manera prominente delante de nuestros ojos cuando nos acercamos a
Dios. La sangre da fortaleza a la oración, y por esto está sobre los cuernos del altar. Está
“delante de Jehová”, y por eso debe estar delante de nosotros. Está sobre el altar antes de
que traigamos el incienso; está allí para santificar nuestras ofrendas y dones.
Vamos, oremos con confianza, puesto que la víctima ha sido ofrecida, el mérito ha sido
argumentado, la sangre está detrás del velo, y las oraciones de los creyentes deben ser de
olor agradable al Señor.
La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román