Charles H. Spurgeon

2 de Octubre
“Y José dijo a sus hermanos: Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os harásubir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.” Génesis 50: 24.
José había sido una providencia encarnada para sus hermanos. Todos nuestros Josés
mueren, y miles de consuelos mueren con ellos. Egipto ya no fue nunca lo mismo para
Israel después que José murió, y el mundo tampoco será para nosotros lo que fue cuando
nuestros seres queridos vivían.
¡Pero vean cómo fue aliviado el dolor de su triste muerte! Ellos tenían una promesa de que
el Dios vivo los visitaría. ¡Una visita de Jehová! ¡Qué gran favor! ¡Qué gran consolación!
¡Qué cielo en la tierra! Oh, Señor, visítanos en este día; aunque en verdad no somos dignos
de que entres bajo nuestro techo.
Pero fue prometido algo más: el Señor los haría subir. Ellos encontrarían en Egipto un frío
recibimiento después de que José hubo muerto; es más, Egipto se convertiría para ellos en
casa de servidumbre. Pero no sería así para siempre; ellos saldrían mediante una liberación
divina, y marcharían a la tierra de la promesa. No lloraremos aquí por siempre. Seremos
llamados a casa, a la tierra de gloria, para unirnos a nuestros seres queridos. Por tanto,
“alentaos los unos a los otros con estas palabras.”
“La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román.
